No sé en qué momento me empezó a pasar. Tal vez fue después de la tercera reunión sobre una auditoría de proyecto, o al cerrar unos informes finales de justificación. El caso es que un día, mientras releía documentación sobre un proyecto en Uganda, noté que ya no pensaba solo en números, sino en rostros. Rostros que jamás he visto, pero que desde la Fundación Entreculturas – Fe y Alegría me han hablado mediante fotos o testimonios, en otros idiomas. No me refiero al francés o al inglés, sino al lenguaje del esfuerzo, del compromiso, de la competencia y de la resistencia.
Recuerdo que mientras escribía los dos anteriores posts que hice en el blog, siempre evitaba pensar que algún día sería el momento de escribir el último. Me daba tristeza pensar en el momento en el que estar en Colombia llegase a su fin. Hoy me encuentro a un mes de volver a España y finalizar mi experiencia aquí, y por supuesto que ese sentimiento me va a acompañar estas últimas semanas, pero sobre todo me siento plena, feliz y orgullosa de todo lo que me llevo de vuelta, ¡y eso define perfectamente el tiempo aquí!
¡Hola a todos, espero que estéis fenomenal! Imagino que ya en el trayecto final del máster y a punto de entregar los TFM’s. ¡Os va a ir genial!
Me da mucha pena contaros, que yo también estoy en la etapa final de mi experiencia en Grecia y después de 9 meses puedo afirmaros convencida que es una de las mejores experiencias de mi vida. No os imagináis cuantas cosas he aprendido. No sólo a nivel laboral, sino también a nivel personal, y por ello estoy muy agradecida.